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Hoy arranco la dieta!!...(5 minutos después...)

¿Cuántas veces te pasó que tomás la decisión de comer sano y cuidarte, pero a la hora de tomar acción y elegir ese jugo verde, esa manzana, esa ensalada con porotos terminás comiendo las galletitas dulces de tu hijo, el alfajor del kiosco o las papas fritas que reservaste para cuando vienen amigos o tal vez comes lo sano pero sin parar? ¿Acto siguiente? Arrepentimiento, remordimiento, culpa [rinse and repeat].


Este acto repetido en el tiempo una y otra vez por no resolver acertadamente la causa que te llevó a esa reacción involuntaria se convierte en un hábito, un comportamiento, lo que dispara falta de confianza en vos mismo porque ¿cómo no vas a poder llevar a cabo algo que vos mismo te propusiste? y además, quizás genere aumento de peso y deterioro de la salud a largo plazo con probabilidad de desarrollo de enfermedades crónicas. La mente, el cuerpo y la salud emocional se ven afectadas.


Sí, está bien, un poco es tu responsabilidad, no te voy a mentir. Pero apuesto a que al menos uno, por no decirte 3, 5 o tal vez más de los motivos que están detrás de la desconexión entre tu sincera promesa a vos mismo y su realización yacen en un territorio oculto a tu conocimiento. Y lo que uno no puede ver, no puede cambiar. A esto viene este artículo, a poner un poco de luz sobre los disparadores que se están escondiendo en tu punto ciego y así poder empezar a distinguir con mayor claridad cuales son los obstáculos que se interponen en el camino entre tu deseo y concreción para comenzar a buscar formas de resolverlo.


Notarás que estos disparadores tienen que ver con una variedad de temas muy amplia.

  • Ayuno prolongado: comer es un acto cultural, nutricional y habitual. Pero sobre todas las cosas, es un acto instintivo e impulsivo de supervivencia. Si tu cuerpo viene sufriendo ayuno ya sea porque estás “a dieta”, estuviste enfermo o decidiste que no ibas a desayunar porque se hacía tarde y después picabas algo mientras trabajabas; cuanto más tiempo de ayuno transcurra, menos dominio tendrás sobre la elección de tu próxima comida.

  • Déficit calórico: Es similar, pero no es igual. Quizás venís haciendo las 4 comidas o incluso agregando colaciones, pero globalmente son pocas las calorías que estás consumiendo. Hay un desequilibrio energético significativo entre necesidad y consumo que eventualmente van a empujarte para el otro lado.

  • Malnutrición: la carencia de determinados nutrientes nos va a llevar a consumir determinados alimentos inconscientemente. Por ejemplo; la falta de Magnesio puede desencadenar el consumo de chocolate, el antojo de azúcar o algo “dulce” puede ser falta de Cromo, etc.

  • Disbiosis: Si vos pensabas que solo vos, tu mente y tus emociones estaban a cargo de tus decisiones, puede que sea momento de revisar tus creencias. La microbiota intestinal, o sea los millones de bacterias, levaduras, virus y otros microorganismos que habitan cómodamente tu intestino aparentemente también tienen voz y voto a la hora de decidir qué comer. La microbiota intestinal está conformada por flora benéfica que está feliz de comer alimentos saludables llenos de fibra y fermentados y flora que no es tan benéfica para nuestra salud y manda a través de la conexión neuronal intestino-cerebro señales de consumir alimentos ricos en azúcares y grasas, entre otras cosas.

  • Falta de planificación: Si no pensaste con anticipación que vas a comer, que te vas a preparar, que vas a comprar y tenés que improvisar, al menos que seas Narda Lepes, estés en una cocina super equipada y tengas una hora relajada para preparar, comer y seguir con lo tuyo, es difícil improvisar justo lo que tu cuerpo necesita. (Aunque no imposible.)

  • Falta de organización: Planificaste todo, pero no calculaste los tiempos ni organizaste las compras, te faltan materiales. Eso también atenta contra el plan.

  • Cableado cerebral: Es innegable, somos animales de costumbre y si estamos acostumbrados a comer determinados alimentos o en determinados momentos, probablemente vamos a sentir el impulso a repetir lo que solemos hacer, porque programamos nuestro cerebro de esa manera.

  • Hacer lo que te hace sentir BIEN: Necesitamos sentirnos BIEN, liberar serotonina, oxitocina, reírnos, asombrarnos, crear, conectar, amar, ser escuchados, abrazar, bailar, GOZAR. La no liberación de serotonina a nuestro torrente sanguíneo adivina que genera? Ganas de comer azúcar y grasa!!!!

  • Estrés: seguro lo viviste. Llegas a casa a las 6 después de un día estresante de trabajo y te comes todo. Una cosa es el estrés agudo: por ejemplo cuando recibís una mala noticia, en ese caso sucede una serie de respuestas fisiológicas donde la alimentación deja de ser una prioridad- se te cierra el estómago-. Otra cosa es el estrés crónico, continuo que aumenta el deseo de comer alimentos dulces, salados y grasosos. El estrés libera cortisol (no el mismo nivel en todos los individuos), aumenta la grelina -la hormona que nos dice que tenemos hambre-, disminuye el efecto de la leptina -la hormona que nos indica saciedad- y nos genera ganas de comer dulces, salados y grasas que a su vez nos aplaca el estrés y nos genera más deseo de comer estas comidas "calmantes".

  • Motivación inadecuada: este punto puede ser el más mutante y desafiante de todos. En síntesis; tenés que tener la motivación adecuada y en general si la motivación es inspiradora; por ejemplo un auténtico “me quiero sentir bien” es más probable que prospere a que si es desmotivante y negativa, por ejemplo “no quiero estar más gorda”.

  • Ambiente inapropiado: a veces estamos más preparados que otras para estar en un ambiente que incita a no comer sano y aún así elegir lo que nos mejor nos nutre.

  • Falta de satisfacción de necesidades: otro punto extenso. Puede ir desde deshidratación a falta de reconocimiento en el trabajo. Hay necesidades que tenemos todas las personas que habitan este mundo, se podrían sintetizar en: sustento, trabajo, descanso, seguridad, comunidad, honestidad, empatía, autonomía, desafíos y trascendencia. Si alguna o algunas de estas necesidades se ve atentada y no tenemos las herramientas adecuadas para resolverlo, nuestra respuesta puede ser un exceso en la alimentación.

  • Comunicación inadecuada: si te cuesta poner límites, detectar lo que sentís y expresarlo, comunicar lo que pensas de manera asertiva, esto puede desencadenar en que la comida sea tu oasis; ese espacio de comfort que sólo existe en un plano de percepción y es más un espejismo que otra cosa.

  • Diálogo interno improductivo: tus pensamientos se convierten en tus palabras, tus palabras en acciones, tus acciones en hábitos y tus hábitos en tu destino. ¿Qué te estás diciendo dentro de tu cabecita, dónde nadie más te escucha? ¿Tenés un equipo de porristas y mejores amigos que te alientan por el camino adecuado? o todo lo contrario?

  • Desconexión: si comes leyendo Twitter, posteando en Facebook o parado mientras preparás a tus hijos para el colegio, olvidate que registres lo que comes y tomes buenas decisiones consistentemente.

  • Cansancio: el enemigo público de nuestra era. Salen por debajo de las baldosas estudios y más estudios que confirman de una y otra manera como dormir menos horas de lo necesario nos lleva a consumir más energía, a elegir alimentos ricos en grasas y azúcares, a quemar masa muscular en lugar de grasa cuando estamos en un plan hipocalórico y lógicamente a movernos menos. Nuestra corteza prefrontal no funciona de manera óptima después de una noche de mal dormir y toma más fuerza nuestro sistema límbico, el primitivo e impulsivo, buscando el placer inmediato sin hacer evaluaciones.

  • Manejo ineficaz de emociones: probablemente nadie te enseñó a manejar tus emociones. Es más, si te pregunto cuáles conoces y sentís habitualmente, apuesto a que la lista no llega a 20, quizás ni a 10! Somos humanos. Primero sentimos, después pensamos. Lo que sentimos influye en todo lo que hacemos. Identificar qué sentimos y saber qué hacer con eso nos da dominio en nuestra vida.

  • La lista continúa...

Como habrás visto son muchísimos los disparadores y todos absolutamente válidos los que te llevan a reaccionar de una manera que vos no elegirías conscientemente a la hora de comer.


La alimentación es un proceso complejo atravesado por todo tipo de factores y que a su vez impacta todos los niveles de nuestra vida. Es importante que a la hora de asesorarte sobre ella acudas a profesionales capacitados en el área. Seguir consejos de personas mediáticas sin la formación adecuada puede dañarte en formas que no podés imaginar y si hay algo que te va a acompañar toda tu vida es tu cuerpo. Cuidalo.


¿Hubo alguno de estos factores que te hizo ruido? te quedó dando vueltas en la cabeza? Te invito a tomarte un tiempo para vos y reflexionar.








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